El Estado y el Texto / O Estado e o Texto

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español -  Es el texto el enemigo del Estado. ¡No, por supuesto que no! El estado está en función del Texto, el Estado es para sostener el Texto, es por eso que en contrapartida para ayudar a la energía, el Texto debe ser leve, recordemos que estamos hablando de estructuras energéticas, espirituales y mentales, tejiendo sus tramados  en el aire. El Estado es la estructura, los puntos de apoyo, físicos, energéticos y respiratorios en armonía de una forma activa e intuitiva. Al Estado también se llega por la repetición. Para eso está la partitura, en la que el texto es nada más que una acción física, tal vez el mejor tratado sobre esto sea el capítulo  llamado Atletismo Afectivo de " El  Teatro y su Doble " de Antonin Artaud. português -  O Texto é o inimigo do Estado? Não, é obvio que não! O Estado está en función do Texto, o Estado é para sustentar o Texto, é por isso que em contrapartida, para ayudar a energia, o texto deve ser leve. Sempre lembremos que estamos fa

Sobre el género de cuentos de misterios.

Un prólogo de Borges del libro "La Piedra Lunar de Wilkie Collins. 


En 1841, un pobre hombre de genio, cuya obra escrita es tal vez inferior a la vasta influencia ejercida por ella en las diversas literaturas del mundo, Edgar Allan Poe, publicó en Philadelphia Los crímenes de la Rue Morgue, el primer cuento policial que registra la historia. Este relato fija las leyes esenciales del género: el crimen enigmático y, a primera vista, insoluble, el investigador sedentario que lo descifra por medio de la imaginación y de la lógica, el caso referido por un amigo impersonal y, un tanto borroso, del investigador. El investigador se llamaba Auguste Dupin; con el tiempo se llamaría Sherlock Holmes… 

Veintitantos años después aparecen El caso Lerouge, del francés Emile Gaboriau, y La dama de blanco y La piedra lunar, del inglés Wilkie Collins. Estas dos últimas novelas merecen mucho más que una respetuosa mención histórica; Chesterton las ha juzgado superiores a los más afortunados ejemplos de la escuela contemporánea. Swinburne, que apasionadamente renovaría la música del idioma inglés, afirmó que La piedra lunar es una obra maestra; Fitzgerald, insigne traductor (y casi inventor) de Omar Khayyam, prefirió La dama de blanco a las obras de Fielding y de Jane Austen. 

Wilkie Collins, maestro de la vicisitud de la trama, de la patética zozobra y de los desenlaces imprevisibles, pone en boca de los diversos protagonistas la sucesiva narración de la fábula. Este procedimiento, que permite el contraste dramático y no pocas veces satírico de los puntos de vista, deriva, quizá, de las novelas epistolares del siglo dieciocho y proyecta su influjo en el famoso poema de Browning El anillo y el libro, donde diez personajes narran uno tras otro la misma historia, cuyos hechos no cambian, pero sí la interpretación. Cabe recordar asimismo ciertos experimentos de Faulkner y del lejano Akutagawa, que tradujo, dicho sea de paso, a Browning.

La piedra lunar no sólo es inolvidable por su argumento también lo es por sus vívidos y humanos protagonistas. Betteredge, el respetuoso y repetidor lector de Robinson Crusoe; Ablewhite, el filántropo; Rosanna Spearman, deforme y enamorada; Miss Clack, "la bruja metodista"; Cuff, el primer detective de la literatura británica.  El poeta T. S. Eliot ha declarado: "No hay novelista de nuestro tiempo que no pueda aprender algo de Collins sobre el arte de interesar al lector; mientras perdure la novela, deberán explorarse de tiempo en tiempo las posibilidades del melodrama. La novela de aventuras contemporánea se repite peligrosamente: en el primer capítulo el consabido mayordomo descubre el consabido crimen; en el último, el criminal es descubierto por el consabido detective, después de haberlo ya descubierto el consabido lector. Los recursos de Wilkie Collins son, por contraste, inagotables". La verdad es que el género policial se presta menos a la novela que al cuento breve, Chesterton y Poe, su inventor. prefirieron siempre el segundo. Collins, para que sus personajes no fueran piezas de un mero juego o mecanismo, los mostró humanos y creíbles.

Hijo mayor del paisajista William Collins, el escritor nació en Londres, en 1824; murió en 1889. Su obra es múltiple; sus argumentos son a la vez complicados y claros, nunca morosos y confusos Fue abogado, opiómano, actor y amigo íntimo de Dickens, con el cual colaboró alguna vez. El curioso lector puede consultar la biografía de Ellis (Wilkie Collins, 1931), los epistolarios de Dickens y los estudios de Eliot y de Swinburne.  

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